viernes, 19 de agosto de 2011

Medio pelo

Este tema me trajo más preguntas que respuestas. Quizá esas preguntas son las respuestas inmediatas que puedo dar. Al menos me cuestiono cosas.
Estos últimos días estuve más susceptible a diversas cosas que minuciosamente escuché, vi, comparé y analicé. Me refiero a contenidos de programas televisivos. 


Referiré lo escrito puntualmente a la televisión pero en realidad es comparable con cualquier medio sonoro, gráfico y visual. 


Pude notar varias veces, a profesionales del medio, que repiten "nosotros fabricamos lo que el público demanda". Ahí se manifiesta mi primer pregunta: ¿Podrían los individuos comunes, sin previa formación intelectual, producir un formato o algún contenido armado para televisión? Me cuestiono esto en base a la clásica excusa, de los formadores de sentido de realidad, para justificar ciertos productos masivos. 
La televisión, como los libros y las escuelas son capaces de formar individuos pensantes. Sin embargo Doña Rosa sabe cuánto rating midió un programa pero lo que no sabe es cuál es el mensaje que está dando ese programa promulgando ciertas imágenes o repitiendo dichos que finalmente, quedan instalados en la noción colectiva social. Los formatos se consumen, no se analizan. La actitud cotidiana del mediocre es repetir no reflexionar. 
Después de pensar esto, inmediatamente se me viene a la cabeza el cinismo de este medio formador por parte de noticieros y programas de investigación periodística, quienes dicen promulgar la verdad y denunciar injusticias pero a la vez son participes del modelo del ocio y del entretenimiento vano. Divertirse es sano pero ¿a costa de qué o de quienes? No encuentro personas que se cuestionen ¿porqué estoy consumiendo ésto? 
Los medios de comunicación son el reflejo de la sociedad o ¿la relación entre ellos es inversa? Creo que la respuesta depende de quién este hablando al respecto y en qué medio lo hace. 
La sociedad está desconforme y subestimada por el poder que estos medios masivos ejercen, sin embargo este público espectador actúa como tal, reposando en la resignación y se conforma con el bajo nivel de educación y el alto nivel morboso que provee. 
Sigilosamente nos van educando para no pensar en cosas relevantes y a la vez crean e incentivan ciertos prejuicios primitivos pero nosotros como público, somos responsables también de que ésta sumisión siga manteniéndose vigente tras el correr de los años. 
Llegué a comprender que esta compleja relación entre los productores se sentido y el público coinciden en un punto, ambos se excusan de sus comportamientos culpando al otro y no comprometiéndose por algo mejor. 





    

jueves, 18 de agosto de 2011

El manoseo laboral


Para ser sincera creo que mi experiencia laboral supera altamente la cantidad de años que tengo. He trabajado en incontables lugares: librerías, call centers, en una estación de servicio, una parrilla, un par de confiterías, una peluquería, restaurantes y varios lugares más que me estoy olvidando. Digamos que me siento en condiciones para hablar acerca de la relación de dependencia.
Lamentablemente hay cada vez más empresas que se manejan desprolijamente que piensan que las personas sin empleo no tienen ocupaciones o que prácticamente no tienen vida. Digo ésto porque te citan a una hora determinada, uno trata de llegar temprano y al final es inútil porque ellos te atienden a la hora que les parece. Podes estar cuarenta minutos esperando y ojo con que digas algo eh! “¿acaso no estás desempleado? ¿queres el trabajo? bancate ésta forreada, así nos aseguramos que puedas soportar muchas más si entras.” Así deben pensar. Cuando estuve sentada ahí aguantando esa falta de respeto, fantaseaba con que en algún momento estos forros perdieran su trabajo y tengan que estar en mi situación.
Cuando ellos finalmente deciden hacerte pasar a la oficina, tenes que  contar tu experiencia laboral porque te fuiste de tal trabajo… ¿y que les vas a decir? “porque eran tan mierda como vos, que me tuviste esperando casi una hora para tener la mínima oportunidad de conseguir un empleo digno. ¿Te crees Dios pedazo de sorete? ¿porque alguien tan mediocre como vos tiene laburo y yo no? Contame vos ahora.” No debes decírselo pero la tentación es enorme.
En una encrucijada nos encontramos también a la hora de postularnos en un aviso por internet: “buscamos persona proactiva para desarrollar tareas administrativas (…) enviar cv con remuneración pretendida.” Exigen que escribamos cuánto queremos ganar por mes, pero no son capaces de desarrollar cuantas horas y días por semana trabajaríamos. Lo que es peor aún son esos avisos que piden una persona con experiencia en el puesto a cubrir (mínimo 3 años) que sepa idiomas, office, dominar programas de diseño, que tenga buenas relaciones interpersonales, que sepa manejar un equipo de trabajo. Edad: ¡¡18 a 25 años!! Creo que las personas que cuentan con todos esos requisitos están trabajando dentro de la empresa de papi, y si se quedan sin trabajo no agarran el clasificado del domingo solo hacen un par de llamados y ya consiguieron otro empleo.
Si llegas a quedar seleccionado para cubrir el puesto te llaman y te mandan hacerte unos estudios pre ocupacionales. Antes cuando recibías ese bendito llamado, festejabas por haberlo conseguido. Ahora hay una moda de mal trato que no tiene limites. Me ha pasado varias veces de hacerme esos estudios y que después me digan que a pesar de que hayan resultado bien, no voy a ingresar a la empresa por varias excusas que no tienen sentido nombrar ya que el final es el mismo. Nena te ilusionaste al dope. Eso tiene muchas contras pero la más relevante es que dejaste de buscar confiando en que ya tenías los pies adentro o peor aun dijiste que no a otras propuestas laborales.
Por eso pienso que para evitar este tipo de malas experiencias y que este sistema no logre cansarme, es mejor tener un oficio. De lo que sea, al menos sería mi propia jefa y no debería re vivir esos malos hábitos en ambientes laborales. 
Juegan con tu tiempo y con tu disponibilidad pero hay que admitir que también una parte de la responsabilidad de que eso suceda es nuestra. Si cada persona desocupada sigue permitiendo ésto, no va a terminar nunca y quizás hasta sea peor. Porque hay algo que parece que nadie tiene en cuenta a la hora de acudir a una entrevista laboral. Así como cuando un empleador busca una persona y lo examina hasta en lo mas mínimo, un desocupado debe también poder examinar la empresa. Tomar en cuenta como se han comportado y analizarlo. Si fueron completamente desprolijos no nos sorprendamos cuando nos paguen fuera de término. La primera impresión que tengamos de la empresa es importante y va a determinar si queremos o no trabajar ahí. No es aceptable la actitud pasiva ante malos manejos. 
Por eso pienso que para evitar este tipo de malas experiencias y que este sistema no logre cansarme, es mejor tener un oficio. De lo que sea, al menos sería mi propia jefa y no debería re vivir esos malos hábitos en ambientes laborales. O tal vez llegué a esta conclusión porque ya me cansé.





martes, 16 de agosto de 2011

Conoceme en la cafetería



Como el changuito ajeno en el supermercado, delata la vida que lleva esa persona (o al menos dice mucho) en las cafeterías pasa lo mismo. Estos cálidos lugares de exquisitos aromas fueron testigos de diversos tipos de conversaciones, escrituras y discusiones. Con amigos, con amores fallidos sin dejar afuera a los encuentros clandestinos. ¡Si esas paredes hablaran!
Aun que estas historias pueden estar ocurriendo ahora mismo en diferentes lugares, pero con planteos similares, no todas las cafeterías/confiterías son iguales. No me refiero a la diferencia de precios, la calidad de la comida y bebida o la ambientación, me refiero al target. No comprendo cuál es el fin de poner en la carta, descripciones que uno tiene que deducir cuál será el plato. Entré a uno con ganas de comer un tostado, me dijeron que tenían “jamón cocido, queso tybo con sierras en pan integral con semillas de girasol y amapola”. Yo simplemente quería un tostado común y corriente. Menos mal que la camarera me propuso como segunda opción un “Kate: finas tapas de maicena rellenas con dulce de leche”. Al final terminé pidiendo cualquier cosa y pagando más de lo que una merienda se merece.
Pero no solamente pasan estas cosas dentro de un coffee shop (como lo llaman ahora para que sea más cool, más chic) también a veces hay que soportar gente desubicada o egocéntrica que habla casi gritando. ¡No tengo ganas de saber qué carajo hiciste el fin de semana! pero inevitablemente me termino enterando y parece que me importara. Es ahí, justo en ese instante cuando me convierto internamente en una cavernicola invadida por la euforia. Esas ganas furiosas que nacen incontrolables. Las mismas que me hacen no tolerar ni una palabrita más de un rugbier mal hablado y sus dos huecas amiguitas. Pero lo incomodo no es no poder tomar algo tranquila, lo incomodo es ver como mientras te miran cuchichean, haciendo obvia la critica hacia mí. Ok, me hago cargo de que los he mirado varias veces pero ¿qué se supone que debo hacer ahora? debería dejar a un lado mi café, que se enfríe un poco quizás, y dirigirme a su mesa para pedirles respeto con este volcán interno a punto de erupcionar o quedarme en el molde y desear que se vayan pronto. No voy a llamar a la camarera para pedirle que les diga que cierren la boca si no pueden hablar bajo, no es mi estilo la diplomacia.
Después de todo esto entre estas cuatro paredes solo me queda la reflexión: ¿porqué la camarera no me mira cuando le estoy haciendo el pedido?, ¿porqué la cajera está tanto tiempo mirando el monitor de la pc y no se percata que le estoy pidiendo la cuenta? Si tuviera las respuestas tendría la razón que el cliente siempre tiene, pero ya no creo que eso corra como primer regla, ahora te adaptas o te vas.

martes, 9 de agosto de 2011

Amistad sin sponsors


Gente que jamás te llama, gente que nunca ves pero este día se toman un tiempito para enviarte un mensaje al celular o publicar algo en tu muro. La incoherencia entre lo que esas personas dicen y hacen: ¡¡feliz día del amigo!!
Me pregunto ¿cuál es el sentido de hacer algo así? si consideras que somos amigos, tenes un concepto bastante errado de “amistad”. A menos que este día sirva para conocer nuevos posibles amigos, o para reencontrarse con viejas amistades (aun que si son viejas amistades por algo será, ¿no?) Este tipo de personas no solo resurge a la superficie de tu vida cotidiana en esta fecha si no que también, en los días festivos como navidad, año nuevo etc. Envían tediosas cadenas de e-mail con postales saludando y bendiciendo. Llenan la casilla de correo con puro chamuyo, lindo chamuyo flaco. Si ni siquiera cruzamos dos palabras hace como tres años ¡no me llenes la casilla de correo con este tipo de estupideces! Si queres verme llamame o mandame un mensaje o algo. A menos que las intenciones sean otras… puede que necesites algo de mi o que realmente te importe mi amistad. ¿Realmente queres brindarme tu amistad?
¿Qué clase de amistad?
Hay diferentes tipos de amigos: los incondicionales, los ocasionales, los que también te darían y los que desaparecen pero cada tanto te hacen sentir especial. El resto no es amistad.
Así que si a tus verdaderos amigos los ves a menudo, esto de tener que regalar o hacer algo ¡es una fantochada! ¡Ya se! este día es solo una excusa para juntarse, pero ¿hace falta la excusa, que algún loquito del marketing implantó, para demostrar cuanto queres a tu gente? ¡Basta de excusas plásticas! Juntémonos porque sí. Regalemos charlas reflexivas y momentos divertidos por montones. Eso sí es amistad.

viernes, 5 de agosto de 2011

Debería haber pedido una hamburguesa

Hoy fui hacer el tramite del nuevo DNI a San Martín. Cuando llegué me dieron un número y me sugirieron que vuelva en dos horas. Aproveché para hacer una de las cosas que más me gusta: comer.
Entré a un restaurante, vi las ofertas de los menúes (con esas imágenes engañosas) y después de tardar en elegir, me decidí. “Dame unos ñoquis con salsa rosa” GRAN ERROR: NO ESCUCHAR MI VOZ INTERIOR. Jamás pido ñoquis en ningún lugar a menos que sea en una casa de pastas caseras o algo así. Pero esta vez no se que me paso, no me hice caso.
La gran desilusión fue cuando probé el plato… y ni hablar de la pinta que tenía. Para empezar, la salsa no era “rosa” era beige. La consistencia de los ñoquis era insulsa, una especie de puré de papas pretendiendo ser ñoquis reales. Mientras más queso rayado le agregaba, mas vomitivo se volvía. No podía presentar batalla ante tal situación. Me di por rendida, ni la sal ni el pan (que por cierto era lo único rico) podían ayudarme esta vez. Jugué un poco con esos bastardos, como si al menos eso fuera a quitarle el asqueroso gusto y aroma, hasta que mi buen acompañante se compadeció de mi (y de mi cara de disgusto) y me lo cambió por su plato: wok de fideos con verduras, tomates y aceitunas negras. Ese no era el plan pero lo comí con culpa y con bronca.
¿Cómo pueden estos restaurantes engañar de esta manera a la gente? y aun así, permanecer abiertos y vendiendo!
Creo que esta vez el tramite fue más placentero que la comida.