miércoles, 5 de junio de 2013

La ridícula conquista

Realmente me encantaría no ser tan lógica a veces, tratar de solamente ver algo y no analizarlo, ni cuestionarme el significado de ello. Aun que no me caracterizo por ser una persona super racional, si no mas bien, emocional, no puedo evitar pensar demasiado las cosas. ¡Hasta las más banales!
Por eso esta vez me pregunto ¿cuál es el sentido de adorar a un animal? de verdad me encantaría saber porqué lo hacen. ¿Por qué la gente pone videos en youtube o fotos en flickr, facebook, twitter o cualquier red social de ellos mismos con sus gatos? Me refiero a que los gatos particularmente, parecieran que están formando una nueva religión o algo así porque la web está infestada de estas mascotas.
Estoy a favor del amor, claro. Pero no logro comprender porque una persona se toma el tiempo en sacar una foto todos los días con una pose diferente de su gato: tomando la leche, sentado en la ventana, yéndose rápido (la foto sale movida y eso es arte) o apoyado en un árbol por ejemplo. Les diría algo así como "Hoolaaaa a tu gato le es indiferente estar en internet o no, su nivel de vanidad pasa por otra parte, evidentemente no por el mismo lugar que te pasa a vos."
¿Acaso es algo nuevo que no estoy comprendiendo y estoy afuera de alguna nueva poesía visual?.
Estoy pensando que las personas que tienen gatos y hacen esas cosas, son peculiares. Digo esto porque todos individuos se manejan exactamente igual, hacen lo mismo como si fuera parte de un ritual y lo llamativo es que esta gente no se conoce entre si.
Por eso concluyo esta inquietud, pensando que tal vez todo sea parte de una nueva era, donde en vez de adorar a Buda, Jesús, Los Simpsons, Jehová, Ganesha, Ra y la TV comencemos idolatrar a estos felinos, a los que tanta indiferencia les causa que se los mediatice tanto.    

The Ramones- soundtrack del film "Pet Sematary"

jueves, 21 de febrero de 2013

Susceptibilidades detrás de un monitor (amigos desconocidos)


¿Puede ser posible que cada vez que quiero comentar con sarcasmo en facebook alguien termine ofendido?
Esa es la falencia de la red social, todos somos amigos pero ninguno nos conocemos. No tenemos idea el tipo de humor que maneja la otra persona, a menos que caigamos en la obviedad del “JAJAJA!”
No todo lo que escribo ahí es realmente lo que pienso, de eso se trata.

Facebook no es la vida real. Admito que conviven varias clases de facebookeros:
- los que solamente comparten música o cosas graciosas,
- Esos que suben una imagen de un bebé con una mal formación, con fines supuestamente beneficos. A mi me parece repulsivo caer en ese tipo de golpes bajos pero te tildan de mala leche si no difundis. Soy mala leche entonces.
- También existen aquellos seres vanidosos que exponen minuto tras minuto todo lo que estan haciendo (como si fueran de truman show) y de los otros que lo utilizan como katarsis sentimental.
pero no quiere decir que todos le demos la misma relevancia.

A todos estos tipos de usuarios los une una caracteristica en común: la suceptibilidad.

Se ofenden si te estas conectado x chat y no les respondes un mensaje, si no aceptas la videollamada, si ignoras un evento… y ni hablar si te etiquetan en una foto y la ocultas... puff!

¿Será que la culpa la tienen las redes sociales o somos nosotros que nos quejamos de todo?  

martes, 9 de octubre de 2012

Fashion Victim

Desde que empecé a trabajar en un lugar tan consumista y masivo como un shopping, me di cuenta que no estoy tan cerca de la mediocridad. Pienso que todas las personas en algún momento de la vida pueden llegar a tener cierto grado de mediocridad. Pero me siento mejor al darme cuenta que mi felicidad no pasa por tener los zapatos de última moda o por aparentar snobismo -sepan aquellos ilusos que eso también es moda, y pretender destacarse por no seguir lo popular eso también los convierte en mediocres-.
Este sistema está preparado para comerse las tendencias y transformarlas en moda mediante la masividad. Entonces es cuando comprendo que no tiene sentido pretender, elegir posturas anti autenticidad. Hay un conflicto de identidad, porque ser como uno es no es lo que se muestra, sino lo que aparenta ser. Juega en esto, además, un papel importante el ego. Solamente hablar sin decir nada, tal vez simplemente esperando una reacción. Queriendo provocar algún sentimiento ajeno sin importar las consecuencias, hasta ni siquiera lo que se expuso para lograr dicha reacción. Finalmente lo que termina teniendo relevancia es el impacto.
Me pregunto ¿porqué se frivolizo tanto la palabra? ¿cuándo surgió dicha banalidad? Divago pensando que quizá haya sido esto de las redes sociales. La famosa era de la comunicación, donde paradójicamente nos comunicamos menos y abunda mucho más las interpretaciones.
No exclusivamente las palabras generan otro valor sino que también las imágenes, y allí es donde se involucra la moda como algo omnipresente.
Ahora bien, ¿nos interesa mostrarnos como realmente somos? porque puede que sencillamente seamos víctimas de la personificación según las impresiones ajenas, y seamos presos de las modas. Si fuera así, sentiría desolación y no buscaría el crecimiento espiritual, del que todos actualmente hablan pero lamentablemente pocos lo implementan.
No quiero pensar que nos formamos para la hipocresía y la mediocridad pero negandolo, ya lo estoy afirmando.


Ver Blur "Parklife"        

martes, 4 de septiembre de 2012

Indiferencia colectiva

El tema que abordaré hoy no es un descubrimiento propio lo sé, pero es que ultimamente lo he notado mas seguido, y quiero plasmarlo acá.
No sé si esta distinción sea porque estoy más susceptible o porque ya es demasiado evidente pero las relaciones personales cada vez suelen darse de una manera menos personal. Valga la redundancia. Hasta me animo a decir que la consecuencia -o la causa a veces- es la falta de respeto.
A ver, voy a ser más clara. Antes, hace poco tiempo, yo necesitaba hacer un reclamo y me dirigía a un lugar donde me atendían y al menos me daban una respuesta (satisfactoria o no) que me dejaba al menos tranquila. Actualmente pareciera que a nadie le interesa dar algún tipo de respuesta, o mejor dicho, nadie se hace cargo de ninguna responsabilidad. Todo está tan impersonal, tan terciarizado que solamente están repitiendo discursos que no ayudan en absoluto. No puedo simplemente aceptar pasivamente que una maquina atienda mi consulta, o que un agente con un cassette repita contestaciones que no cooperan en la resolución de un percance. Pero tragicamente no es sólo esto lo que nos está pasando, sino que cuando tenemos a una persona frente a nosotros ocurre algo igualmente despreciable: la falta de respeto.
La semana pasada tuve un día libre -en el cuál suelo estar de dos estados de animos muy contrarios, felicidad y tristeza- entonces fui al médico como ya había pactado con la recepcionista hacía una semana atrás. Llegué a la clínica a horario y veia como los médicos llamaban a otros pacientes y nunca me tocaba a mí. Me quedé estupidizada con la televisión me da vergüenza decir el programa que estaba viendo y eso hizo que no me diera cuenta de todo el tiempo que había pasado. Una hora después me acerco a la recepcionista y le pregunto si faltaba mucho para que el bendito doctor me atendiera, y luego de dos minutos, me llama este tipo. Cuando entro al consultorio parece que él necesitó anticiparse a mi cuestionamiento y me dijo "te pido disculpas por la espera pero es que estaba haciendo un reclamo a mi prestadora del servicio de mi celular porque tuve un dilema que no me están pudiendo resolver..." bla bla bla.
En ese instante sentí una mezcla de sentimientos, que creo que fueron tantos que podría decir que pasaron por mi cuerpo varias sensaciones en milésimas de segundos. Finalmente todo ese caudal de energías mezcladas, desembocaron en un labio inferior mordido con propósito de tragar el llanto. No podía hacer menos. No queria bajo ninguna manera que este chanta descubriera mi lado débil del día. ¡Es que me molesta tanto que jueguen con mi tiempo! detesto que los insensatos no tengan consideración por el tiempo ajeno. Las lágrimas no eran de tristeza, sino de impotencia. Solamente quería irme de ahí. El tiempo es lo más importante. Quizás en otro día, me hubiera sentido furiosa y le hubiese dicho de todo pero ése no era el día.
Paradójicamente termino casi donde empecé. Está bien que se ocupe de hacer sus reclamos o lo que sea, pero claramente no era ni el momento ni el lugar.
Ahora en frío pienso que todos sufrimos el ninguneo de las corporaciones, aun así no lo compadezco.




  



 

lunes, 28 de noviembre de 2011

La traición de la bicicleta

El miedo es el peor enemigo dicen pero ¿que pasa cuando el miedo y la torpeza se juntan? Sería una combinación fatal. Bueno eso es lo que me paso.
De chica siempre fui un desastre (y lo sigo siendo) para los deportes. Terminaba herida o con un ataque de asma. Si tengo que contar anécdotas en los juegos de la plaza, no termino más. 
Hace unos días fui andar en bicicleta, con cuidado porque era nueva y los frenos no estaban todavía blandos. Por suerte se copo Fede y aprovechamos la tarde pedaleando. No me gusta que la persona que me acompaña en el paseo quiera todo el tiempo competir para ver quien llega más rápido, ya que mi espíritu competitivo es nulo. Eso explica muchas cosas. O peor aun, que se vaya lejos de mí para anular cualquier tipo de charla bicicletera posible. A vos te digo, a la persona que la próxima vez quiera salir conmigo a dar vueltas, si queres salir solo no me acompañes, ¿ok?. 
Estaba muy plácidamente pedaleando hasta que encontramos una calle empedrada y en bajada. Pero no cualquier bajada, era una pendiente pronunciada de esas que te llevan directo al infierno mismo, a saludar a Lucifer un rato. 
Frenamos ahí, justo donde comenzaba. Fede dijo "dale, dale no pasa nada" y se mandó. Yo me sentí toreada (como cuando a Marty McFly le dicen gallina) y lo seguí. Error fatal. Descendí abruptamente, ya no tenía control de la velocidad ni de la fuerza con la cual me deslizaba por esa calle. Intente desesperadamente frenar al menos un poco pero era muy tarde. Allá bien lejos estaba Fede, solo visualizaba su espalda. Mientras seguía cayendo con bicicleta incluida, entonces quise me dije "o me atropella un auto al final de la calle o me tiro a la vereda y me agarro de ese murito rectangular para frenar mi cuerpo" todo eso lo pensé en milésimas de segundos. Me sentía como una especie de Indiana Jones del bajo de Florida, versión sudaca por supuesto. Para tomar impulso me anime trayendo a mi cabeza la canción de esa película, y ahí fui. Me tiré sujetándome al pequeño muro blanco, junto con la bicicleta traicionera. Las heridas empezaron a sangrar y los raspones ardieron. Mi cuerpo colorado más que nunca con ganas de agarrarme a trompadas con quién me dijo "no pasa nada". ¡Si pasa! ves que pasa. Regresó a mí el susodicho, mientras yo con una voz calma le decía prácticamente "raja de acá, ni me hables". Volví rengueando a mi casa, no llegué ni al río ni al infierno, pero me llevé varias lastimaduras de recuerdo.  



martes, 11 de octubre de 2011

Un tropezón no es caída

Cuando sucede algo inesperado: o te molesta o te contenta. A mi me pasaron las dos cosas juntas. Hoy, camino a una entrevista laboral, antes de entrar pise un pozo con agua estancada. Obviamente fue sin querer. No sólo lo pise si no que mi torpeza fue más allá, y se aseguró de hundirse lo suficiente como para poder alcanzar esa profundidad viscosa. Ese es mi estilo, cuando meto la pata me aseguro que esté bien metida.
Para cuando me percaté ya tenía toda la bota dentro del ínfimo pantano de la Avenida Cabildo, y lo sentí solamente porque una parte de mi cuerpo estaba mojándose de a poco. Lo que hace agravar mi estupidez.
Ahí estaba todo, siendo consecuencia de la distracción constante que me caracteriza. Ahí estábamos todos: el zapato empapado, yo y la dicha entrevista.
No era una recomendable solución optar por la incertidumbre ni la desesperación, pero también estuvieron ahí. Aun que supe frenarlas, no era momento para lamentos. Tenía que localizarme en encontrar una alternativa.
De pronto una alevosa carcajada estalló de mí. No podía contenerme, e irónicamente no comprendía porque estaba riéndome así. De a poco a mi cabeza, llegaron imágenes difusas que lentamente se convirtieron en una especie de álbum fotográfico. Una proyección secuencial de los momentos anecdóticos de mis clásicas caídas. Como si fuera un documental del canal E! no todas eran de mi infancia, aun que la mayoría sí. Fue por eso que reí tanto.
La gente común y corriente, cuando ve una situación así (a menos que tenga en la mano un celular que justifique socialmente mi risa) piensa que estoy loca. Eso no importa porque en este caso, para mi solo interesa la primera impresión que yo le cause a la flaca de recursos humanos.
Entonces luego del descargo bien merecido, procedí valientemente a la oficina. Intentando silenciar el sonido del agua chocando y crujiendo contra la planta de mi pie izquierdo, y con una sonrisa bien grande.




domingo, 9 de octubre de 2011

La farsa positivista

Es fácil ser positivo cuando tenes todo lo que queres tener. Todos nos esforzamos por llegar aun que sea a una mínima meta diaria: lograr caminar esas 30 cuadras, tomar 2 litros de agua etc. No hay nada que nos cause mas placer que sentirnos satisfechos por lograr llegar a esa meta que nos propusimos. Para alcanzar la superación debemos, no solamente comprometernos sino también, tener constancia y no caer en la resignación pero ¿qué pasa cuando esa meta no depende solo de nuestro propio esfuerzo? 
No creo ser la única persona que cae en una etapa negativa. Hay numerosos libros de auto ayuda que permiten tener un pensamiento positivo y esperanzador, acerca de la vida humana pero no puede ser que en este mundo hayan solo personas que quieran sentirse bien. Del dolor también surgen cosas muy buenas, de eso saben los artistas. Sin embargo nadie le hace una oda al dolor, ni siquiera a los malos días. ¡Me rehúso a ir hacia la esperanza sin pasar antes por la desesperación y la angustia! no saltearé esos oscuros momentos donde nos revolvemos en nuestra mas profunda e intima miseria. 
La gente que prefiere no pasar por esto, generalmente opta por no pensar al respecto o evade el tema en cuestión. Como si eso los liberara de esa disconformidad interna. Si no hay solución no hay que desequilibrarse pero si uno cree que hay y en realidad no, ¿como saberlo? La respuesta solo se obtiene a través del fracaso y la persona que evade no crece. 
No se a donde me dirijo con todo esto, tal ves sea un propio aliento hacia mi. En realidad me senté a expresar mi disconformidad con el falso positivismo. Nadie piensa todo el tiempo cosas buenas, somos seres humanos. Somos odiosos. Detestamos trabajar pero debemos hacerlo, no queremos charlar con cierta gente pero por alguna razón, también debemos hacerlo. No seamos hipócritas, tenemos derecho a sentir que aunque hayan personas que estén en una situación peor que la nuestra, ese no es consuelo. Nuestra vida apesta y no parece tener dirección alguna. 
Hay gente que alienta y apoya, hoy no es mi caso. 
Por eso me siento así. Lo acepto y lo expongo. Esta es la causa de mi mal humor, y de mi intolerancia a la gente que se acerca a compadecerse. No me hace falta, se lo que soy. Pero aun así no puedo evitar sentirme mal por fracasar y me lleva a plantearme cosas que no puedo responder. Mientras tanto, sonrío solo por el hecho de saber que aun tengo cosas por decir, y que alguien puede sentirse identificado y menos solo.